El día de celebración era escogido con mucha cautela; era malo casarse en la tercera semana en febrero, la primera mitad de marzo, en mayo, la primera mitad de junio y los días nefastos, incluyendo todas las calendas, nonas, e idus, mientras que la mejor época era la segunda quincena de junio. El domingo era un día preferido en época prerromana, era el día consagrado al dios Sol. Para los romanos el día preferido era el viernes, día consagrado a Venus, la diosa de la belleza y el amor.
En la víspera de la celebración la mujer consagraba a los dioses de la casa sus juguetes de niña; después, se acostaba con el traje nupcial. El traje era una túnica blanca que llegaba a los pies, ceñida con un cinturón de doble nudo de lana, cirgulum herculeum. El pelo se recogía mediante moños y trenzados, y se cubría la cabeza con un velo de color anaranjado, flammentum, que le cubría la cara; y sobre éste una corona de flores o una corona de metal. La casa se engalanaba con flores y guirnaldas.
En todos los actos del rito matrimonial la futura esposa era asistida por la madrina, pronuba, una matrona casada una sola vez, uniuira. Se consultaban los auspicios y si los dioses eran favorables a esta unión, tenía lugar la firma de las tabulae nuptiales (eran unas actas redactadas, en ocasiones, para hacer constar la celebración del matrimonio, que contenían las disposiciones concernientes a la constitución y restitución de la dote si el matrimonio se disolvía y los testigos que asistían a la celebración) delante de diez testigos. Después la pronuba unía las manos derechas, dextratum inuctio, una encima de la otra y los contrayentes decían: "UBI TU, (nombre cónyuge), EGO (nombre cónyuge)"; se hacían entrega de los anillos, colocándoselos en el dedo anular debido a que es en este dedo donde hay un nervio que va directamente al corazón; y con esto, los esposos se comprometían a vivir juntos. Acabadas las formalidades, tenía lugar el banquete nupcial. Después, por la tarde, comenzaba la ceremonia de acompañamiento de la esposa a casa del esposo, uxorem ducere. Este fingía arrancar a su mujer de los brazos de su madre. Entonces iban a casa del marido. La mujer iba acompañada de tres jóvenes; uno de ellos llevaba una antorcha de espino, spine alba, encendida a la casa de la esposa. La gente que los seguía cantaba cantos religiosos y picantes, los niños arrojaban nueces a los novios. Cuando llegaban a casa del marido, adornaban la entrada con cintas de lana y untaban con brochas de lana, el dintel de la puerta con grasa de cerdo y aceite. El marido le preguntaba a la esposa cómo se llamaba, ella le respondía ubi tu Gaius, ego Gaia, "si tú Gaio, yo Gaia", entonces los que la acompañaban la levantaban a pulso para que no tocase el quicio de la puerta con el pie y la hacían entrar en la casa. Después era recibida por su marido y la pronuba pronunciaba unas plegarias a las divinidades de la nueva casa. Una vez que la esposa se encontraba en el atrium de la casa le eran entregadas las llaves de la misma. En ese momento la esposa se la consideraba que ingresaba aqua ete igni accipere, es decir en la comunidad del agua y el fuego, símbolo del culto doméstico. La mujer era llevada a la alcoba y se le quitaba el velo, el cinturón y la túnica. Los invitados volvían a sus casas. Al día siguiente se celebraba un banquete íntimo, repotia, para los parientes de los esposos; y se realizaban los sacrificios a los dioses y en este momento la esposa, mater familias, recibía regalos del marido y familia.
Como curiosidad en la ceremonia el novio partía una torta de pan sobre la cabeza de la novia, y se comía una parte. El trigo simbolizaba la fertilidad, y los invitados se disputaban las migas de pan para atraer la fertilidad y la buena fortuna. Con los años dio origen a la tarta de boda.
La tradición dice que el anillo protegía a la novia de los malos espíritus. Era usado por los egipcios, su forma circular simbolizaba la eternidad ya que no tiene principio ni fin. En el siglo III a.e.c. Los griegos comenzaron a ponérselo en el dedo anular, porque iba directo al corazón.
En la antigüedad, las arras eran como una garantía del acuerdo o promesa de matrimonio, arra responsalicia, una tradición oriental recogida en el Derecho Romano; si se incumplía la promesa de matrimonio, se perdían las arras. En el Derecho Romano fueron consideradas como una donación, sponsalitia lergitati.
Los recién casados en la noche de bodas, entre otras cosas, consumaban el matrimonio. Raramente la esposa veía como su marido era incapaz de desflorar… En esos casos, negándose a dormir sin consumarlo, utilizaba una imagen de madera del dios Priapo, dios de la fecundidad.
Algunas novias se vestían de azul para simbolizar amor y fidelidad. Posteriormente, la Virgen María es vestida tradicionalmente de azul, asociando el azul con la pureza.
Juno era la diosa del matrimonio. El 1 de marzo de cada año, las mujeres celebraban unas fiestas en honor de Juno, Matronalia. Otras fiestas en su honor, eran las nonas caprotinas, se celebraban el 7 de julio. Muchos consideran que el mes de junio, toma su nombre de Juno. La matronalia, matronales feriae, fue una fiesta que se celebraba en honor de Juno Lucina, la diosa del parto (Juno atraía a los niños a la luz), de la maternidad (mater es "madre" en latín) y de las mujeres en general.